Cómo hacer jabón de aceite de oliva y miel es algo bastante sencillo, pero siempre tengo que recordar las medidas básicas que debéis tomar a la hora de hacer cualquier tipo de jabón natural en casa.
Hoy probaremos algo diferente a lo que os tengo acostumbrados para hacer jabón. No vamos a poner el jabón al fuego, sino que haremos la mezcla en frío. Aún así, las medidas de protección para cara, ojos y manos son obligatorias porque vamos a trabajar con sosa caústica.
La receta de jabón de aceite de oliva y miel es una de las más antiguas, y en cuanto a ingredientes es bastante sencilla. También la podéis utilizar como base para la fabricación de otro tipo de jabones con aromas o propiedades diferentes.
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Receta Jabón de Miel
Es una de las recetas más sencillas para hacer jabón. Casi no requiere preparación, porque si haces jabones con frecuencia no tendrás problema porque probablemente los tengas todos.
Necesitas:
- 85 gramos de Agua destilada o embotellada
- 300 gramos de Aceite de oliva
- 40 gramos de Sosa Caústica
- Miel casera
Además de los ingredientes, también necesitas otros accesorios para hacer tu jabón:
- Una cuchara, nunca de madera
- Una cacerola donde mezclar los ingredientes
- Batidora, mejor de vaso que de mano
- Báscula para pesar cada uno de los ingredientes
¿Cómo se hace el jabón de aceite de oliva y miel?
Comenzamos pesando cada uno de los ingredientes para no cometer ningún error. No olvides que hacer jabón es como hacer repostería. Es fundamental utilizar las cantidades exactas para que nuestros jabones queden perfectos.
Pesamos la sosa caústica o hidróxido de sodio, normalmente la tienes en escamas cristalinas.
Si quieres que tu jabón haga más espuma, puedes sustituir un poco del aceite de oliva por aceite de coco. Poniendo una cantidad muy pequeña conseguirás un gran efecto en tu jabón. Así que puedes decidir si te apetece o no.
En el caso del agua, puedes utilizar agua embotellada, desmineralizada o destilada. Lo que no deberías hacer es utilizar agua del grifo.
Una vez que hayamos pesado todos los ingredientes y tengamos las cantidades exactas de lo que necesitamos para hacer nuestro jabón de aceite de oliva y miel, nos ponemos manos a la obra, y mezclamos.
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Comenzamos con el agua, a la que añadimos la sosa caústica en escama. Muy importante tener protegidos ojos, nariz y manos siempre que trabajemos con hidróxido de sodio, porque el contacto con la piel podría causar quemaduras. Removemos muy bien hasta que quede bien disuelta, hasta que la mezcla quede transparente. La mezcla que hemos preparado es lejía, así que mucho cuidado.
Lo que hacemos a continuación es preparar la batidora, y meterla dentro de la lejía. A continuación añadir poco a poco el aceite de oliva a la mezcla, a la vez que vamos batiendo. Si tienes thermomix o cualquier otro tipo de batidora de vaso es mucho más sencillo y seguro porque la mezcla estará tapada mientras agregas el aceite. Tienes que batir la mezcla unos 3 minutos para que se disuelva completamente y adquiera una textura muy cremosa como si fueran unas natillas.
Cuando hayas conseguido la traza del jabón, con la textura cremosa correcta, puedes añadir la miel, y si te apetece, algún tipo de aroma. Cuanta más miel pongas, más cremoso y humectante quedará tu jabón. Remueves muy bien, sin necesidad ya de batir, y colocas en los moldes para jabón que hayas decidido utilizar.
Puedes ponerlos en un lugar cálido, abrigarlos con una manta durante 24 a 48 horas, o meter en el horno durante dos horas a unos 8 grados, para que el proceso sea más rápido. Recuerda que no debes utilizar el jabón hasta que no pasen unos 40 días desde que lo hiciste porque tiene que completarse el proceso de saponificación.
Cuanto más tiempo esperes para utilizar tu jabón mejor calidad tendrá, más espuma y mejor textura de jabón.